LA CUEVA DE CASTAÑAR DE IBOR: UN DERROCHE DE BELLEZA


A tan sólo 200 km de Madrid por la N-V, y dejándola un poco antes de Navalmoral de la Mata para tomar la Ex118 dirección Guadalupe,se encuentra una de las cuevas más hermosas que hallamos podido visitar. Única en su género y de las que hay unas 5 en todo el mundo, esculpida por la cal y el agua con la paciencia que millones de años dan y la perfección que solo en la naturaleza podemos encontrar, esta cueva de aragonito encierra en sus entrañas una de las bellezas más exuberantes, extrañas y hermosas que hayamos podido disfrutar. Y digo disfrutar porque su visita, como todo en ella, no es nada convencional.
Una estrecha chimenea vertical nos desciende a través de una escalera clavada en la pared a unos 20 metros de profundidad. La humedad y el calor se dejan sentir. Nos sumergimos en un extraño mundo de luces y sombras, de claroscuros y tonos monocordes y según descendemos ligeramente a lo largo de un tunel nuestros ojos se acostumbran a esta nueva tonalidad. Hemos sustituido los vivos colores de la primavera exterior, por los ocres y pardos de este extraño “mundo interior”, tonos y formas que comienzan a descubrir las tenues luces de las linternas de nuestros cascos. Asegurando nuestros pasos continuamos nuestro camino y comenzamos a percibir en un lateral un extraño manto lechoso manchado con tonos ocres y pardos que se extiende a lo largo cuajado de minúsculas agujas de cristal como una gran costra de sal. Poco a poco las formas se perfilan, los cristales se comienzan a dibujar claramente y los escasos colores que dominan en la cueva adoptan distintas intensidades y tonos jugando con nuestros ojos que nos muestran un extraño espectáculo que parece salido de una película de ciencia ficción. Ante nuestros ojos se extienden paredes y techos cubiertos por un manto lechoso con formaciones semejantes a corales de color blanco combinados con pardos, marrones más claros, oscuros, grises y
azulados, que aparecen congelados y suspendidos en el vacio. Pero es roca y cristal de una belleza inusual. Contemplábamos una especie de fondo
marino pero en la profundidad de la tierra, decorando techos de negra pizarra o roja arcilla, extendiéndose hasta donde nuestras linternas alcanzaban.
Pero lo mejor estaba por llegar y poco a poco ante nuestros ojos se mostraban paredes y techos cuajados de finas agujas de cristal de tamaño y grosor variado cuyas bases o puntas se reunen arriba o abajo, formando como blancos arrecifes de coral, combinándose caprichosamente para dar como resultado un espectáculo de una belleza de difícil descripción: son cristalizaciones arborescentes que podrían ser miles de estrellas de cristal blanco y transparente, o quizás erizos de mar, pero de un blanco casi inmaculado de distintos tamaños y formas, o cristales o agujas de hielo que juegan a no repetir, ni siquiera aproximar, una forma con otra, o quizas miles de patas de insectos de tamaño y formas caprichosas cristalizadas atrapadas en el hechizo de algún mago de leyenda... flores de aragonito. La delicadeza y fragilidad de estas formaciones se suman al espectáculo que entra por mis ojos: no sólo contemplo maravillada, sino que “siento”. Tímidamente acerco mi dedo a una de estas agujas de cristal y lo dejo a escasos milímetros. Puedo sentir su la fragilidad y me siento sobrecogida por lo que se extiende a mi alrededor. Una gota de agua en el extremo apenas se distingue de esta aguja formando un conjunto indisoluble y armonioso.
Contemplar las paredes y techo era como observar como si reventaran o hubieran reventado flores de mil formas y tamaños.

Cuando se contempla algo tan único como esto, algo tan bello, algo tan frágil y delicado, es difícil encontrar palabras para describirlo porque además es inevitable sentir esta extraña belleza y descubres que lo que contemplas sólo se aproxima a lo que has imaginado, que la realidad es más hermosa que nuestra imaginación, y extrañamente esta realidad supera el poder de nuestra imaginación

El tópico de que ningún escultor sería capaz de realizar una obra así, de una belleza tan inmensa, profunda y delicada, se puede aplicar aquí. Pero además su fuerza y su vida se percibe. Al principio somos avisados muy seriamente de la prohibición total de tocar cualquier formación. Si alguien vulnera esta regla, se acaba la visita para todo el grupo. Pero puedo decir que aunque se hubiera podido, me he sentido absolutamente incapaz de acercar mi dedo para tan solo rozar el milagro. Cuando dejaba mis ojos a escasos centímetros de alguna aguja, sentía su extremada fragilidad y tenía la sensación de que al igual que un cristal de hielo, se podría derretir y desaparecer. Como si fuera fruto de un sueño y al tocarlo se fuera a disolver. Curiosamente en mí, me sentí plenamente satisfecha sólo con contemplar y admirar lo que quizas, si cabría algun calificativo que lo pudiera definir sería “milagro de belleza”. Y es extraña y sobrecogedora, por desconocida y exótica. La belleza del mundo exterior es distinta a ésta. Allá fuera se combinan olores, colores, tonos, luces, relieves...pero en este extraño mundo interior todo está reducido a la mínima expresión, es un mundo subterráneo silencioso, de sombras, por lo que el descubrimiento de esta belleza es, si cabe, aún mayor y sorprendente por que con muy poco se logra un espectáculo sin igual.
Nuestros guias Antonio y Ana, formaban parte del misterio de esta cueva. Ana con el entusiasmo característico de quien siente algo bello como suyo, y una dulzura particular, nos irradiaba su admiración por la belleza y el misterio de este lugar amplificando aún más lo que cada uno contemplaba y sentía. Se detenía en determinados puntos un poco más complicados de lo normal para dirigir nuestros movimientos evitando que pudiéramos rozar cualquier formación. Lamentamos no disfrutar de la galería “el jardín” que estaba cerrada debido al descubrimiento de un hongo.

Y llegamos al final. Allí tomamos asiento y quedamos a 2 metros escasos y a la altura de nuestros ojos, de una gran pared cuajada de millones de puntas de roca y cristal que formaban flores, corales, estrellas....de un blanco casi inmaculado. Podría haber estado
horas y horas contemplado cada centímetro cuadrado de esta pared. Nuestros ojos
trataban de recorrerla una y otra vez para retenerla en nuestra memoria. Allí sentados, apagamos nuestras linternas y nos sumimos en una oscuridad absoluta y un silencio que cualquier leve movimiento o roce rompía. Allí, disolviéndome por un instante en esta cerrada oscuridad y sobrecogida aún por esta extraña belleza, pasé a ser parte de la cueva, porque está viva.




Algún dato técnico
Todas las cuevas que conocemos se forman por la filtración de agua que contiene carbonato cálcico (cal). Este carbonato cálcico puede cristalizar en calcita originando las más conocidas estalactitas y estalacmitas. Pero a veces, dependiendo de determinadas condiciones, este carbonato cálcico cristaliza en aragonito arborescente dando lugar a estas formaciones similares a arrecifes de coral cuajados de finas agujas que por su rareza las dota de una espectacular belleza y valor científico. En la cueva existen tambien formaciones de calcita, pero tan solo es un 20% de la cueva. El resto, el 80% son formaciones de aragonito. El aragonito y la calcita, teñidos a veces por los óxidos de hierro y de manganeso, proporcionan un auténtico espectáculo de formas y colores

Está excavada en rocas compuestas por alternancias de dolomías y de pizarras, materiales que no son fácilmente solubles, lo que supone una de las muchas singularidades de la Cueva de Castañar.

La cueva está considerada una de las mas importantes de España. Labrada en materiales del Precámbrico de 500 millones de años, ofrece una extraordinaria cantidad de espeleotemas, de calcita y aragonito, difícilmente igualable en variedad, colorido y belleza. El recorrido total es de unos 2 km con muy poco desnivel. El aragonito y la calcita, teñidos a veces por los óxidos de hierro y de manganeso, proporcionan un auténtico espectáculo de formas y colores.

Localización y visita.

Se encuentra en Castañar de Ibor, Cáceres, siguiendo el camino hacia el camping y dispone de un centro de interpretación.
La visita se ha solicitar por escrito. La demora a noviembre de 2009 es, en principio (la cueva está cerrada por haber sufrido una "contaminación") de 3 años.
Las fotografías que aparecen han sido tomadas previa solicitud por escrito y consentimiento de la Dirección General de Medio Ambiente de la Consejería de Agricultura y Medio Ambiente de la Junta de Extremadura.

Alrededores

Se puede realizar un bonito itinerario por la zona de “los ibores”, donde, entre otras, se puede disfrutar de bosques de madroños. No muy lejos se encuentra la impresionante localidad de Guadalupe. No solo su afamado monasterio merece una detenida visita. Sus callejuelas nos brindan un delicioso paseo. Podeis disfrutar en cualquier establecimiento de las migas extremeñas y para los golosos, de una deliciosa tarta de queso de los ibores que sirven en el Parador Nacional. Y un poco más alla, no podemos olvidar Trujillo, con sus nobles casas, empedradas calles e impresionante plaza. En una palabra: podeis dedicarle desde una mañana si salís de Madrid, hasta un bonito fin de semana o un recorrido más prolongado si venís de otro lugar más alejado.


La cueva de Castañar de Ibor, fue declarada Monumento Natural en el año 1997 por su elevado valor ambiental, se trata de una verdadera joya geológica, con gran cantidad de formaciones de cristales de aragonito de una fragilidad extraordinaria, por lo que es necesario para su conservación controlar rigurosamente las visitas a su interior.
Al no ser una cavidad acondicionada para el turismo las visitas se realizan al más puro estilo espeleológico, la cavidad es cálida y con una humedad elevada, siendo por lo tanto una actividad que requiere una exigencia física de tipo medio y excluyente para personas con problemas de tipo cardiaco, respiratorio o cualquier otro incompatible con una actividad en este tipo de entornos.

MAS INFORMACIÓN

Centro de interpretación: Tlf. 927.55.46.35. Ayuntamiento de Castañar de Ibor. Tlf. 927.55.40.02

http://www.castanardeibor.com/cuevas.html http://espaciosprotegidos.suite101.net/article.cfm/la_cueva_de_castanar_de_ibor


SOLICITUD DE LA VISITA

Las visitas a la cavidad se solicitarán :
Por fax al nº 927 55 46 35
Por E-Mail a la dirección : cuevacastanar@aym.juntaex.es
Por escrito a : Centro de Interpretación de la Cueva de Castañar ( Ctra. del camping s/n. 10.340 Castañar de Ibor ( Cáceres) )
En la petición constará : Nombre, DNI, teléfono de contacto/fax/mail del solicitante. En caso de constituir un grupo de 5 personas, indicar los datos de todos los componentes.

(aunque recomiendan enviar la solicitud por fax, lo mejor es llamar primero por teléfono para que os puedan explicar los detalles, requisitos, etc.).

(Visita realizada en mayo de 2005. Relato publicado en diciembre de 2009.)